El síndrome de Burnout (SB) es una afección considerada factor de riesgo laboral porque afecta la calidad de vida, la salud mental y pone en riesgo la vida de quienes la padecen. Nuestro país ocupa el primer lugar en estrés laboral a nivel mundial debido a las jornadas de trabajo excesivas (500 horas más que el promedio en Estados Unidos, España, Francia, Alemania, Chile y Canadá), desequilibrio entre las responsabilidades, exigencias y presiones que van en desventaja con la capacidad, preparación y carácter de los trabajadores, según la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE).

El estudio “Escala mexicana de desgaste ocupacional (EMEDO)”, realizado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) a más de 500 profesionistas, mostró que el 100% de los encuestados presentó un grado de estrés, el 60% manifestó altos niveles de estrés, así como daños físicos, y que los individuos de entre 25 y 40 años, quienes se encuentran en plena etapa productiva, padecen este síndrome.

El impacto causado por esta enfermedad se extiende a los niveles social y económico al provocar ausentismo, afectando la economía del trabajador, a la empresa o institución en la que labora, y a los sistemas de salud debido a que la depresión y ansiedad que genera el estrés laboral están relacionados con los accidentes en los lugares de trabajo, lo que ocasiona pérdidas anuales hasta por un 4% en el Producto Interno Bruto (PIB), de acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Realizar un diagnóstico temprano y oportuno, llevar una nutrición saludable, descansar, hacer ejercicio, abrir espacios de recreación que incluyan la implementación de dinámicas de grupo para reducir el estrés, mejorar el clima laboral y fomentar la innovación, contribuirán a enriquecer la calidad de vida de los trabajadores para logar el equilibrio entre el trabajo y su vida personal.